LISBOA — El Barcelona repitió victoria en Da Luz. Lisboa volvió a rendirse al Barça, esta vez en un partido menos loco pero tan apasionante como el 4-5 del 21 de enero. El Barça tiene medio billete para los cuartos de final gracias a su ajustada victoria, 0-1, que le convierte en favorito indiscutible la próxima semana.
Raphinha marcó el tanto que tiene al Barcelona con un pie en los cuartos de final de UCL. Getty Images
Ganó sobreponiéndose a la pronta expulsión de Cubarsí y gracias, también, a la excepcional actuación de Szczesny, quien pasó de encajar cuatro goles hace seis semanas a salvar no menos de tres en este primer asalto de los octavos de final.
Tal como ocurrió en Mónaco, donde el expulsado fue Éric García, el Barça tuvo que jugar en inferioridad buena parte del partido por la roja, justa, a Pau Cubarsí a los 22 minutos. Ocurre que inmediatamente antes De Jong fue empujado en el aire en una falta bastante evidente que no señaló el árbitro, llegando el balón a Pavlidis, a quien trabó de manera evidente el joven central catalán.
Sufrió la expulsión Cubarsí (motivando la entrada de Araújo por Olmo) con un 0-0 casi inaudito en el marcador. Y es que si a los 20 segundos de juego Szczesny rechazó milagrosamete un remate cruzado y envenenado de Akturkoglu, a los 12 minutos el Barça falló estrepitosamente y por partida triple el 0-1, con Olmo, Lewandowski y Lamine Yamal regalándole tres remates consecutivos a Trubin.
Dio la sensación de vivirse una primera parte en que los dos equipos necesitasen ganar con una urgencia a veces incomprensible, añadiéndose el Barça a una impaciencia que le penalizaba más que beneficiaba.
Se llegó al descanso circunstancialmente sin goles y con polémica. Szczesny volvió a atajar de manera soberbia un remate a Akturkoglu a los 43 minutos y Raphinha, en el alargue y encarando solo a Trubin, prefirió asistir a Lewandowski, cortando Otamendi su pase, en vez de disparar una ocasión muy clara.
Todo ello después de que el árbitro perdonase una posible expulsión a Leandro Barreiro, quien probablemente de forma involuntaria pero clarísimamente piso la rodilla a Íñigo Martínez.
SIN PERDÓN
0-0 y todo por decidirse en una segunda mitad que comenzó otra vez con Szczesny salvando en dos oportunidades al Barça, más ocupado en contemporizar que en buscar la victoria.
Consciente de su inferioridad y del ánimo local, el equipo azulgrana debió entender que si difícil es ganar vital es entones no perder, más aún pensando en el partido de vuelta… Todo, claro, hasta el regalo de Antonio Silva.
Ahi fue donde no perdonó Raphinha. Un balón perdido por el Barça, o recuperado por el Benfica, acabó con un pase horizontal de Antonio Silva a Álvaro Carreras, que no estuvo al tanto como sí el brasileño para correr y llevárselo.
Y Raphinha, sobrado de inteligencia, tocó el balón apenas levemente hacia adelante para desde fuera del área inesperadamente lanzar un disparo raso y ajustado al palo al que no respondió a tiempo Trubin.
0-1. Petróleo en Lisboa porque desde ese gol del brasileño el Barça supo, entonces sí, contemporizar, tranquilizar el juego y defender tanto con el balón como atacar con espacios.
Y aguantó con solvencia los desesperados intentos de un Benfica que se estrelló contra su propia impotencia, incapaz de descolocar a un equipo azulgrana que sufrió, padeció… Y celebró una victoria ajustada y enorme que le acerca a los cuartos de final.