26 de abr, 2025, 19:28 ET
SEVILLA.- Jules Koundé al final, Pau Cubarsí siempre, Lamine Yamal, por supuesto…Y Kylian Mbappé cuando quiso. Porque el asunto del delantero madridista merecería un apunte aparte de todo y de todos. Fueron los cuatro nombres de una final que será recordada por todo. La previa, el partido y el desenlace. Fue el defensa francés el que sentenció el choque para devolverle al Barcelona un título de Copa del Rey ganado al Real Madrid 35 años después de la última vez.
Jules Koundé (der.), autor del gol con el que el Barcelona venció al Real Madrid, y Lamine Yamal (izq.). Fran Santiago/Getty Images
Pero si aquel de 1990 salvó el proyecto de un Johan Cruyff que estaba al borde del despido, este de 2025 confirma el crecimiento de uno que, a los mandos de Hansi Flick, está en sus inicios. Y ya son dos trofeos ganados al máximo rival. Y ya son tres Clásicos ganados consecutivamente esta temporada.
Resolvió Koundé con un zapatazo imperial cuando en los banquillos se hacían ya preguntas y cábalas sobre qué jugadores lanzarían en la tanda de penalties que se acercaba. Sentenció Koundé con un zapatazo que silenció, de golpe, los gritos futbolísticos de Mbappé, desaparecido de entrada y que jugó cuando quiso.
Y que lo hizo tan bien, tanto, que aún quedó más en evidencia su suplencia al comenzar el partido. Si no estaba en condiciones… ¿Cómo fue capaz de despertar a su equipo en la segunda parte? Alcanzó para despertar al Madrid de la pesadilla y acercarle, incluso, a una victoria impensable en la primera mitad y que rozó el Madrid…
Pero ahí estaba Lamine Yamal, que después de regalar un pase de oro a Pedri en la primera parte para el 1-0, le lanzó otro mortal a Ferran Torres en el momento definitivo, para que el valenciano se colara entre Thibaut Courtois y Antonio Rüdiger.
Lamine Yamal tiene estas cosas y coloreado de rubio, a lo Neymar, asistió como Lionel Messi, no pudiendo tanto como quiso e intentó ser ese Neymar al que tanto admiró.
Todo se le perdona al joven astro azulgrana como todo se le quiere a Pau Cubarsí, imperial, soberbio, bestial y monumental en defensa, capaz de aburrir a Vinícius Júnior, frenar a un crecido Jude Bellingham y provocar la dimisión de Rodrygo